Por el Dr. Alberto Medina (*)
Lo ocurrido hace unos días en la zona norte de lima, refleja la multiplicidad de conductas extrañas, atípicas, excéntricas, de personas que manifiestan su desadaptación social y/o desarrollo de algún trastorno de personalidad, y que en general, todos estamos expuestos. ¿Qué está pasando con nuestra población?, ¿Qué pasa con estas personas?, ¿Cómo interpretamos esto?
Nuevamente las mujeres son fuente de agresiones y desplazamiento de odio hacia ellas, sin medir las reales consecuencias del daño a ocasionar, y si las midieran, les importa muy poco o nada. Sí, nos estamos refiriendo al hombre que se “recreaba” echando ácido a las mujeres en una estación del Metropolitano.
El hecho en sí mismo, aplicando el sentido común, puede tener dos direcciones. Una nos diría que estamos ante una persona enferma, mentalmente hablando, pero no siempre es así. Lo más grave es que estaríamos ante una persona, emocionalmente perturbada, que es la raíz del problema. Me explico. Una persona mentalmente enferma tendría que tener distorsionada sus funciones mentales, como la percepción, la orientación, el razonamiento, la memoria, el lenguaje, la propia inteligencia; sin embargo, la mayoría de estas funciones estarían intactas, ya que este agresor ha planificado su accionar, se ha orientado en espacio y lugar, ha elegido racionalmente a su víctima, considerando el momento oportuno para atacarla, es más, es selectivo: sólo elige mujeres.
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Esta persona tiene, de hecho, un “asunto pendiente” en su historia familiar y/o escolar, amical, refiriéndonos a su etapa infantil, pero todas, con el vínculo femenino. Es decir, no ha saldado una cuenta emocional que lo dañó (y mucho), con alguna mujer muy cercana, y que la ha incorporado en su vida negativamente, de forma consciente o inconsciente, para que llegue el momento de “vengarse”.
De ahí, saber que este agresor respondería a ser un misógino (quién odia a las mujeres), no teniendo arrepentimiento de lo hecho (no olvidemos fueron 20 víctimas, quizá más). Incluso, si esta aversión, de causar daño, podría extenderse a demás personas en general, y no sólo mujeres, estaríamos ante un misántropo (odio a toda persona, al mundo, a sus leyes). Y así, podemos especular con algún tipo de diagnóstico en particular, como el trastorno pasivo-agresivo, trastorno esquizoide, pero es eso, especulaciones ante poca información personal, y más allá de nuestro rechazo ante un comportamiento desadaptado, no es ético encasillar a alguien sino lo conocemos realmente.
La segunda dirección que tomaría el hecho, es que se trate de una persona con cierto retraso mental leve, que sus facultades mentales tienen un procesamiento de la información bastante lento y que no vienen distinguiendo bien, la fantasía de la realidad. La respuesta de esta persona es que lo tomaba como “un juego”, donde no medía, aparentemente, las consecuencias, y que su actuar no era de exclusiva responsabilidad suya, ya que todas, “jugaban con él”, sorprendiéndolas siempre, gozando de su éxito de no ser identificado en ese momento.
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Lo cierto, más allá de intentar una explicación sensata de qué viene ocurriendo con esta persona, y seguro, seguirán apareciendo otras, en similares condiciones, o peores, es que vivimos épocas muy difíciles, de poder entender la salud psicológica de muchos peruanos, ante una política de salud pública, empobrecida por la incompetencia, conflicto de intereses y la propia corrupción. Ni qué decir de la salud mental, subestimada e infravalorada por las autoridades.
Finalmente, decir que ya la ciencia psicológica, y la psiquiatría misma, considera que toda enfermedad, cual fuese que sea, tiene un origen o una naturaleza de descompensación psicológica, emocional. Hay países en Europa y varios de nuestra región, que vienen respetando esta condición. Ojalá pronto abramos los ojos. Hasta la próxima.
(*) Vea al Dr. Alberto Medina, este y todos los sábados, en “Aliento Familiar” por UCI TV a las 11 am.
