El estrés y el monstruo de tres cabezas

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Por: Dr. Alberto Medina *

De seguro, tú también tienes tus “formas” de desestresarte, tus estilos que “aminoran” el impacto de esta enfermedad, declarada por la OMS, el ESTRÉS. Si bien es cierto cada persona puede y debe tener un sistema de alarma y/o regulación del estrés, no es menos cierto que muchas personas, en el desconocimiento real de lo que significa tener estrés, contribuyen a su incremento, y lo que es peor, establecen hábitos o estilos de interacción social que agudizan o crean cuadros diagnósticos de enfermedades que perjudican la salud en general.

Veamos, si estás por la calle yendo a tu centro laboral, de estudios, al hospital, a hacer algún trámite, etc. estás en la posibilidad, por la intensidad de los agentes internos y externos, de padecer el estrés crónico, o sea, superado ese nivel de tolerancia que nos motiva a salir de casa, de estudiar, producir, de relacionarnos sanamente con los demás (estrés normal), puede aparecer los embates de este estrés, lo que ya no es motivador ni placentero realizar lo que estaba haciendo, se convierte en una carga, y muchas veces muy pesada e iniciando su carrera dañina, tanto el cortisol como la adrenalina, nuestras hormonas, las que se producen con mayor rapidez y cantidad, cuando nuestro sistema de alarma o de precaución no es capaz de regularla.

Por ello, tener consciencia de tus actos, en todo momento, respirar/meditar (no analizar), de manera pertinente, incorporar pensamientos positivos, dándole un mayor sentido a tus capacidades, competencias por tu bienestar, alejándote de las personas tóxicas, aquellas que nos quitan energía y posibilidad de DARNOS CUENTA, de lo que decimos y hacemos, acercándonos más con personas que vitaminizan el alma y nos inoculan esas dosis de optimismo, además de reírnos constantemente hasta de nosotros mismos, nutriéndonos mejor con alimentos balanceados y disfrutando mucho más de nuestra sexualidad, tanto la que nos moviliza en el caminar diario, afirmándonos en nuestro género cada vez más, como del goce íntimo con nuestra pareja, la misma que nos eleva como mejores personas y nos plantea ese bello desafío de vivir en un mutuo compromiso.

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Pero hay un poderoso enemigo de tres cabezas, que hoy, el sistema político, económico y social le proponen al ser humano; una vida orientada al individualismo a “ser el mejor”, de pertenecer a la “excelencia”.

Ese enemigo tiene como primera cabeza, EL CONSUMO, sí, el consumo por el consumo, no el consumo que despierte tu conciencia de revisar tus finanzas, de limitar el uso de la tecnología en todas sus formas, de darles el espacio que les corresponde a tus hijos y pareja, etc.

La segunda cabeza es LA OBTENCIÓN DEL PLACER, ello, entendido como respuesta del primero, es decir, si de lo que consumo no obtengo placer inmediato, no es placer, ya que el tiempo forma parte de este entrampamiento psicológico; y dentro de este placer, está el sensacionalismo, donde todo tiene que ser rápido, si no lo es, no eres eficaz. Hoy, lo urgente ha reemplazado a lo importante. Las noticias de estos tiempos y de este tipo, son una poderosa fuente de estrés crónico, el cuerpo se habitúa al dolor y sufrimiento, no dejando tiempo ni espacio para las reacciones y reflexiones oportunas. Casi no existe vitrina para la instrucción y educación, para el sosiego y el optimismo.

La tercera cabeza es el EGO, sí, ese ente que habita con nosotros y que les cuesta a muchísimas personas, identificarlas, aceptarlas y trabajarlas, para limitar su presencia de afán protagonista. Este EGO que indispone, que aparenta ser, que desea fervientemente ser el centro de atención, muchas veces se disfraza, se maquilla, se oculta bajo el arropamiento de la sensibilidad, el altruismo y la solidaridad.

En palabras simples, el estrés tiene la capacidad de encumbrarnos a un panorama con expectativas de surgimiento, de crecimiento integral; sin embargo, la línea sutil y fina en que se pasa al estrés crónico, no se percibe por injerencia de estas “cabezas” que son alimentadas permanentemente, y no van a ceder, por un sistema cruel y de amilanamiento psíquico, que hoy quiere, más que nunca, imponer sus condiciones.

*Psicólogo y terapeuta

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