Todo se desploma en el país

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En otro lenguaje
Por: Jaime Asián Domínguez

Se desploma el fatídico puente Chancay y, desde Palacio de Gobierno, recién aflora la orden de que el Ministerio de Transportes y Comunicaciones revise a nivel nacional el estado de estas estructuras viales. El techo del Real Plaza de Trujillo se viene abajo, matando a por lo menos ocho personas, y surge la misma cantaleta: Las autoridades deben inspeccionar los andamiajes de los conglomerados en todo el país. ¿Cómo se llama eso? La política de llorar sobre la leche derramada.
Aquí no caben los eufemismos: Tanto en la caída del puente como en la tragedia del mall hay negligencia y responsabilidades compartidas que no pueden pasarse por agua tibia. Basta ya de mirar de refilón el bienestar común, alcahuetear la informalidad, conchabarse con la falta de previsión y lanzar lágrimas de cocodrilo cuando la sangre llega al río. ¿Dónde están la ‘mamá de todo el Perú’ y el ‘papá de La Libertad’? No se oye, padre. La frase de marras solo ha servido como narrativa de los memes.
Como decíamos, la política de llorar sobre la leche derramada está muy enraizada entre los funcionarios públicos y el segundo nivel de aquel establishment corrompido es la lavada de manos (como Pilatos), el yo no fui. Jamás vamos a escuchar a un alcalde, gobernador o jefe jurisdiccional decir: “Sí, es mi culpa, yo asumo el derrumbe del techo sobre el patio de comidas repleto de comensales”. Es una mala costumbre transversal que, por ejemplo, también vemos cultivada a cada rato en el Congreso de la República.
Indira Gandhi ya lo había advertido: “Hay que vigilar a los ministros que no pueden hacer nada sin dinero y a aquellos que quieren hacerlo todo solo con dinero”. Los dos tipos son nocivos, inútiles para una sociedad como la nuestra que demanda eficiencia y reglas claras para quienes ponen ladrillos, fierros y cemento por donde van a transitar familias completas con diferentes necesidades de vida. Con razón el buen Melcochita dice que al Gobierno le han puesto puente roto. ¿Por qué? Porque nadie lo pasa. ¡No lo lean!

“Tanto en la caída del puente como en la tragedia del mall hay negligencia y responsabilidades compartidas que no pueden pasarse por agua tibia”.

 

 

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