Nueva Constitución: falacia y realidad Por: Óscar Valdés Dancuart -Expresidente del Consejo de Ministros

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PALABRA DE HONOR
Por: Óscar Valdés Dancuart
Expresidente del Consejo de Ministros
@oscarevaldes


Los partidos de Izquierda están empeñados en proponer una Asamblea Constituyente que nos lleve a una nueva Carta Magna, que cambie el pacto social existente, olvidándose que el Congreso, de acuerdo a normas constitucionales existentes, es una Constituyente en ejercicio, ya que puede reformar la ley de leyes en dos legislaturas ordinarias con votación calificada e inclusive llevando dichos cambios a un referéndum de no obtener los votos necesarios.
La Constitución de 1993, que cuestionan, nos ha brindado a los peruanos un crecimiento por encima de la región, incluso del mundo, pues nos ha permitido disminuir la pobreza de un 50 a un 20 por ciento. Tiene una vigencia de 30 años y algunos países han coincidido con Perú en dichas normas constitucionales. Hay un viejo dicho que señala: “no se arregla lo que no está desarreglado”.
Algunos países de la región, como Chile, han tratado de formular una nueva Constitución que modernice las anteriores y lo único que han logrado ha sido un documento impasable, inconcebible, una caja de Pandora llena de obstáculos, de buenas intenciones, pero al ver la criatura naciendo la han rechazado y han retrocedido, quién sabe, a antiguos tratados al respecto.
El pensar que una nueva Constitución va a arreglar todos los problemas del país es una falacia monumental, sólo brindará temporal satisfacción a quienes se ven agobiados por el desgobierno de políticos ineficientes que no saben liderar una gestión pública que dé bienestar al pueblo.
La realidad de nuestra patria pasa por analizar concienzudamente la Constitución del 93 y mediante el Congreso plantear las reformas -llámese enmiendas- que la actualicen de acuerdo a los nuevos escenarios y no utilizar la propuesta de nueva Asamblea Constituyente para lograr sus objetivos políticos de ser Gobierno o integrar el Congreso.
Finalmente, coincidimos que es necesario reformar la actual Constitución, pero no a través de una caja de Pandora que nos lleve hacia atrás.

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