¿Que se vayan todos?

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Por: Raúl Mendoza Cánepa

El Congreso espera la discusión del proyecto para el adelanto de elecciones generales. Fue presentado por el congresista Pasión Dávila (Perú Libre) con una sospechosa transición castillista hasta 2023; entró, pero fue retirado por Waldemar Cerrón. Quedan las iniciativas de Digna Calle y Susel Paredes. 

¿Para qué adelantar las elecciones generales? En el semipresidencialismo peruano el calendario electoral es rígido, cada cinco años se cambia todo. Una crisis insalvable se resuelve con una ruptura. En el régimen parlamentario (Gran Bretaña), el calendario electoral es flexible y el jefe de Gobierno se puede ir en medio de una crisis para renovar la escena, porque la política no se renueva con sangre joven sino con cambio de inteligencias y de correlación de fuerzas. 

¿Quién no desea el fin de esta crisis? Solo que el proyecto es sospechoso por su origen y porque es difícil creer que Perú Libre la suelte fácil. Vladimir Cerrón se ha propuesto nunca abandonar el poder y alcanzarlo en su máxima concentración. Ganar una elección es solo un paso, su logro es engullirse todo como en las monarquías absolutas, cuando el autócrata era gobernante, parlamentario, fiscal, juez, carcelero y periodista.

“Que se vayan todos” es una forma amañada de incluir al Congreso en la crisis y de debilitarlo en el desgaste, pero la descomposición es solo del gobierno, el Congreso es un contrapeso. La Constitución tiene fórmulas: la vacancia, la acusación, la inhabilitación; pero, ya que hemos entrado al ofertorio de las ideas radicales, comiencen por reformar el reglamento del Congreso y bajen la valla de la vacancia de 87 a 66 votos, lo pueden hacer con mayoría. Hay un argumento que relativiza la prohibición de una ley con nombre propio: está bien que 87 votos sirvan para elegir a un alto funcionario calificado, pero destituir a un funcionario altamente descalificado debería tener menor rigor. Se trata de preservar al Estado. Es una interpretación lógica. Si se elevó la valla fue por consejo del Tribunal Constitucional ¿Y qué tal si la vacancia de Fujimori hubiera requerido 100 votos y no hubiera querido renunciar?

Con un presidente que sigue abonando para su vacancia y una vicepresidenta que no cumplió los requisitos para postular, el campo debería ser expedito para una transición liderada por el Congreso. Quizás los votantes hayan aquilatado lo que es elegir y los partidos lo que es tener personeros. Digamos que nunca está demás un poco de realismo ingenuo.

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