Por Luis Pardo Altamirano
Es una efeméride que data desde hace 134 años y se originó por la muerte de muchos trabajadores en huelga quienes se enfrentaban a las autoridades en Chicago-Estados Unidos. Desde entonces, en el mundo entero -salvo países como el propio EE.UU., Canadá y Australia- se conmemora el Día Internacional del Trabajo.
Pero hoy, después del merecido tributo a esos sindicalistas sacrificados, la realidad, de esta pandemia que mata de muchas formas, contempla un sistema decadente laboralmente hablando. Con estadísticas de cifras adversas para las mayorías de “clase trabajadora” puño en alto (qué rimbombante y dinosauria suena esta expresión).
Con un subempleo atroz, trabajando más horas, pero percibiendo menos ingresos, sin cubrir la canasta mínima de consumo. Crítica situación la de una mayoritaria población trabajadora, gente ‘chamba’ que tenía por reto además el desempleo.
Subempleándose entonces ejerciendo en actividades precarias, de subsistencia, sin garantías de derechos laborales, sin acceso a protección social. Surgiendo así esos dramas humanos y psicológicos que se derivan en otros tantos problemas sociales como la pobreza, delincuencia, violencia y desintegración familiar.
Una realdad que atrapó a tantos jóvenes egresados de universidades con bajísimo nivel de productividad por una mediocre enseñanza. ‘Gentita’ que chambea sin planilla, por recibo. Y si no hay, sale a ‘guerrear’, a vender todo, cualquier cosa. Pintándose ellos el cuerpo y haciendo de estatuas, saliendo ellas a ofrecer sus comiditas al paso, vendiendo ropa ya de sobra, ‘de marca’ dicen. Chicos, señoras, ancianos; músicos ambulantes; pero gente de bien.
Bajo este panorama en esencia, llegó el coronavirus que eclipsó todo, que quizás borra todo lo acontecido al respecto, obligando a millones de trabajadores por todo el orbe a permanecer en casa, sin salir. Volviendo a empezar luego, con la cuarentena liberada -y Dios mediante- desde cero. Todos ante un nuevo orden mundial social, de hecho, con estoicismo y sacrificado trabajo que a todo buen compatriota identifica. Por todo eso, ¡Feliz Día del Trabajo! peruano hermano.