Qué razón tenían nuestras abuelas cuando nos contaban de las maravillas de las plantas; llenan de tranquilidad cada rincón en que se encuentran, curan, sanan, relajan… En pocas palabras, nos dan paz absoluta.
Si nunca has pensando hacer un poco de jardinería quizás sea el momento de intentarlo, verás que es una terapia excelente para sentirte feliz y hacer que la energía fluya en toda tu casa.
Al cuidar de otro ser vivo obtienes una inmensa sensación de bienestar: te tranquilizas, te quitas el estrés y entras en contacto contigo misma, por lo menos unas horas.
En este tiempo, donde el encierro puede desafiar a nuestra salud física y emocional, acercarnos a las plantas podría ser una buena manera de sobrellevar la soledad. No necesitas un jardín inmenso, tener una o dos plantas o un espacio pequeño de naturaleza es más que suficiente.
Una idea muy buena es construir pequeños jardines verticales que no ocupan mucho espacio y los puedes hacer con materiales reciclados.