Por Renato Medina
No es cierto. El fútbol no puede morir. Es eterno. Diego Armando Maradona no puede irse de este mundo de esa manera. Sin despedirse, pero ¡qué modales! ¿Dejar a todos de esa forma? Es cierto, hay que admitirlo, nunca se le valoró como debiera. Hizo tanto, y nosotros, tan poco por él…
Pero, si estamos hablando solamente de fútbol, por qué tanto escándalo. ¿Perdón? Estamos hablando de aquel personaje que enseñó a todo un país, a un continente, a todo el mundo, cómo se debe defender la camiseta. Siempre con sudor, con lágrimas, mucho sacrificio, sin desmayar nunca. Pero, es un sacrilegio decir que era Dios. Pero, ¿es que no se entiende? En el mundo del fútbol sí existe este Dios, perdón D10s.
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Maradona es, quizá -porque lo sigue siendo- el mayor referente del fútbol en el mundo. Ya no importa la nacionalidad, no importan los colores, no importan las épocas. Diego Armando, ese pequeño que soñó con jugar en la selección nacional y ganar un mundial, lo logró de una manera heroica. Llevó a un grupo de compañeros futbolistas a levantar, en 1986, la copa del mundo en México, cuando nadie daba nada por ese equipo. Pero, ¿qué cosa dices? Él estaba ahí. Ahhhhh, eso explica todo…
Una vida llena de lujos y pobrezas. Con tentaciones por doquier. Un ser humano que supo explotar sus habilidades, y abusó de ellas. Lo inimaginable no era problema para el 10, siempre estuvo claro. Cuando en el rectángulo verde las cosas no salían para nadie, para él era solo un trámite. ¿Genio? ¿acaso estamos en el país de las maravillas para que haya un genio? En la cabeza de este fenómeno, un estadio de fútbol era ese país.
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No, no está muerto. Vive, y seguirá vivo por siempre, porque en las páginas gloriosas de este hermoso deporte vamos a ver ese número 10 con la albiceleste. Seguiremos emocionándonos con su entrega, su valentía, el inmenso amor a sus colores, a su patria. ¿Qué, tuvo adicción a las drogas? Que tire la primera piedra quien esté libre de pecado. ¿Te vas a fijar en eso, cuando el mejor zurdo de la historia entregó su vida al fútbol y te hizo llorar de alegría estando en un campo de juego?
En mi mente siempre estará esa imagen del líder que llevó a su país a lo más alto del balompié. A ese pequeño delantero que dejaba rivales regados, como a aquellos ingleses que veían impotentes cómo los humillaban y vengaban su invasión a las Islas Malvinas. Se metieron con el futbolista equivocado.
