Por Renato Medina
Luego de casi un año, la selección de fútbol que dirige Ricardo Gareca ha vuelto a las canchas. Y lo ha hecho nada más y nada menos que en un partido oficial, por clasificatorias, ante Paraguay, en Asunción, sin Guerrero, sin Farfán, sin Flores. La duda era válida, ¿estamos en un franco crecimiento, sostenido? Luego de tanto tiempo, ¿podremos hilvanar un buen juego, ese que nos dio la confianza de ir a un mundial después de 36 años? ¿cómo estará la cabeza de los jugadores, se la seguirán creyendo?
Todas esas dudas se disiparon en el partido ante Paraguay. En un partido típico de clasificatorias sudamericanas, de esos que se juegan con pierna fuerte, pero a la vez con cuidado. Fueron de esos partidos en que se arriesga, pero sin descuidarse. Estos partidos deben jugarse con inteligencia, y con jugadores que tengan la aptitud, pero, sobre todo, la actitud, para afrontar este nuevo desafío.
Quiero poner énfasis en la parte mental del jugador. En el partido de ayer ante los guaraníes, se notó la disciplina con la que jugó el equipo. Fue inteligente, y no salió a arriesgar irresponsablemente, sabiéndose superior a Paraguay (porque lo era). Los errores se pagan caro, y muchas veces tan caro, que al final del proceso quedas endeudado.
Eso sucedió ayer. Imagino que Gareca habrá quedado conforme con el resultado y desempeño de sus muchachos ante una selección paraguaya que siempre es una piedra en el zapato para cualquiera. Y a pesar de lo complicado que se volvió el encuentro, al estar en desventaja, se tuvo la tranquilidad y actitud para buscar el resultado y no regresar a Lima con las manos vacías.
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A eso me refiero con la parte mental del jugador. En el fútbol, con la fortaleza mental, tienes el 50% de probabilidad de salir ganador en el partido. Los otros 50% pasa por la preparación física, táctica, entrenamiento, etc. En nuestra selección se está llegando a ese nivel. El partido de ayer fue una prueba de fuego que, espero, sirva a futuro para minimizar los errores. De ir ganando (con autoridad), pasamos a ir perdiendo (con justicia), por pequeñas desconcentraciones que pudieron manejarse de forma muy sencilla. Dos errores en el empate de Paraguay, y un rebote que encuentra solo el delantero guaraní en la ventaja de los locales, son situaciones que perfectamente se pueden y deben solucionar.
Si eso nos hubiese ocurrido en dos procesos eliminatorios antes, estaríamos hablando, seguramente, de una nueva derrota. ¿Quién se levanta tan rápido luego de una remontada como la que estaba consiguiendo Paraguay? Los nuestros la tuvieron, y sacaron adelante un resultado que, para muchos, y esto es interesante, es injusto, porque ‘somos mejores’. Queda claro que la fortaleza mental se irradió y ha llegado a cada hincha que confía plenamente en su selección.
Ha quedado claro que, con lo sucedido de ayer en Asunción, la selección peruana está para pelear un cupo hacia Qatar 2022. Eso no quiere decir que vayamos a clasificar de manera directa (ojalá así lo sea), pero sí se lo vamos a poner muy difícil a todos. Ahora viene Brasil, el favorito de siempre y ante quien sea, y veremos si se confirma que de la cabeza estamos fuertes.
