Por Jorge Páucar R.
Se ha ido Leo Dan y las cantinas lloran. Cómo te extraño, Leopoldo Dante Tévez. Te vas
en un día de resaca como
para seguir cantando detrás de Esa pared. Conocí tu música desde los cinco
años, cuando tus canciones sonaban muy temprano en un bar frente a la bodega de
mi abuelito. Y luego tú llegaste justo (con tus temas) cuando menos te esperaba,
tras cada ilusión o desengaño. «¿Qué te pasa corazón? ¿Qué cosas tiene el amor?».
La música alimenta el alma y consuela al corazón más estrujado. Y el play list del
cantante argentino tiene esa virtud. Le cantó al amor cuando los amantes aún se
preguntaban: ¿Cómo poder saber si te amo?
El artista siempre parafraseaba a San Agustín. Contaba que el santo decía que
cuando el hombre canta, reza dos veces; y cuado el hombre reza, habla con Dios.
Y ahora estoy seguro que él le canta, reza y habla con el Divino Creador.
Perdóname, Leo, pero desde hoy, Mary ya no es mi amor.
