Un año para quemarlo en el olvido

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En otro lenguaje
Por: Jaime Asián Domínguez

 

‘Faltan 5 pa’ las doce el año va a terminar…’. Un 2024 que ha confirmado el proceso de involución en que ha entrado la política peruana, al punto de que los valores éticos y morales están por los suelos, reina el descaro, la mentira se conjuga en diferentes tiempos, modos y personas, el Estado es visto como la chacra de todos y fácil de saquearlo, y a nadie parece interesarle que vamos rumbo al barranco y el colapso total como sociedad. ¿O usted le diría a un congresista: ‘Ven a mi casa esta Navidad…’?
Frente a esta situación, atizada por la inacción frente a la delincuencia común (esa que te mata por un celular) y el crimen organizado (que no le hace asco al Congreso), el poblador de a pie, el peruano que come sopa, segundo y postrecito con el sudor de su frente, tiene mapeadas a todas las autoridades y la calificación que les otorga es directamente proporcional al desdén con que se llevan la plata gratis: Ejecutivo y Legislativo se acercan al 100% de desaprobación, cifra que no tiene parangón en la historia democrática.
“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen (o sea el pueblo que los eligió) pierden el respeto”. La frase de Georg C. Lichtenberg, el escritor alemán, es ciertamente dura, pero no por eso menos cierta. Esos políticos, a los que tanto detestamos por caraduras, están ahí porque nosotros los pusimos y, como ya lo hemos anotado en anteriores columnas, ojalá que algún día no muy lejano empiece a plasmarse un mea culpa redireccionando el voto hacia la decencia, la integridad y la vocación de servicio. O sea, recuperar el respeto en las ánforas.
Entre tanto, ‘las campanas de la iglesia están sonando, anunciando que el año viejo se va, la alegría del año nuevo viene ya, los abrazos se confunden sin cesar’ y, en la calle, arden en su propio infierno los muñecos que, precisamente, representan la antipatía, la mala voluntad, la frase artera. No olvidemos que uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Durante el 2024 las pachotadas han estado a la orden del día y lo justo es que acaben en la hoguera.

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