Estamos jalados en honestidad

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En Otro Lenguaje
Por: Jaime Asián Domínguez (*)

Las malas costumbres son contagiosas, como la sarna. Y si este modus vivendi discurre de manera transversal desde las altas esferas, entonces el panorama se torna nebuloso, como los días friolentos que vive la capital. “El experimento que muestra que la gente devuelve más las billeteras perdidas con dinero, excepto en dos países latinoamericanos”, tituló la BBC News una investigación sobre la conducta humana para medir la honestidad civil en 355 ciudades de 40 naciones alrededor del mundo.
¿Y saben cuáles son esos dos países latinoamericanos que quedaron por las patas de los caballos, rompiendo los parámetros de la honestidad? Bingo: Perú y México, en ese orden, y se detalla que el poder económico, las políticas de las instituciones públicas, el nivel de educación y los valores culturales tuvieron mucha incidencia en estos bochornosos resultados. La corrupción inexorable a manos de autoridades impresentables igual ha contribuido para sustentar que no somos una sociedad confiable.
Pero vamos a los números del estudio, para sentir la vergüenza a cara pelada. “Los mexicanos devolvieron poco más del 20% de las carteras sin efectivo, mientras que el porcentaje de devolución de las que lo tenían rebasó ligeramente el 10%. Los márgenes en Perú fueron más reducidos: Ambos índices de reportes se concentraron entre el 10% y el 20%, siendo superior, por muy poco, el retorno de carteras sin dinero”. En buen romance, si encontramos una billetera con dinero, va directo al bolsillo.
Todo empezó con un “Hola, me encontré esta billetera en la calle de la esquina. Alguien debió perderla. Tengo prisa y debo irme. Por favor, ¿podrías encargarte?”. “Entonces el investigador se marchaba y dejaba al empleado como muestra experimental y en el centro de la cuestión: ¿devolverla o no?”, dice la BBC News. Muchas veces esa billetera lleva el sustento de una familia con hambre y se plasma un crimen si no regresa a su propietario. Pero, lamentablemente, en el país bendito que nos vio nacer, la indolencia no entiende de honestidad ni sensibilidad.
(*) Analista y Consultor de contenidos
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“Pero, lamentablemente, en el país bendito que nos vio nacer, la indolencia no entiende de honestidad ni sensibilidad”.

 

 

 

 

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