Por Renato Medina
En medio de la oscuridad que rodea a la selección peruana, es imperativo detenerse y analizar con claridad la situación actual.
- Después de una serie de desempeños decepcionantes en las clasificatorias, y con la necesidad desesperada de sumar puntos en la próxima fecha doble, es evidente que el tiempo se ha convertido en el peor enemigo de la blanquirroja.
- Los recientes amistosos permitieron a los futbolistas volver a sentir el dulce sabor de la victoria, pero ¿a qué costo? Jugar contra selecciones de bajo nivel solo ha expuesto nuestras propias debilidades, revelando que estamos más cerca del nivel de la Concacaf que los de la Conmebol.
- De los triunfos ante Nicaragua y República Dominicana, ¿se puede rescatar algo positivo? Es difícil encontrarlo cuando no se establece un equipo base y se cambia constantemente la alineación. La falta de cohesión y continuidad en el juego solo agrava la situación.
TAMBIÉN LEE: EMPIEZA LA ERA FOSSATI
- Ganar casi de casualidad a R. Dominicana gracias a errores del portero rival es una señal preocupante de que el equipo no está generando suficientes oportunidades de gol.
- La figura de Paolo Guerrero, con todo su legado goleador y liderazgo, comienza a generar interrogantes. ¿Hasta cuándo seguiremos dependiendo de él? ¿No hay otros delanteros que merezcan su oportunidad?
- La cuestión sobre el esquema de juego también está en el aire. ¿Es realmente un problema de Jorge Fossati, o son los jugadores quienes no pueden aplicarlo correctamente? La falta de una base sólida de jugadores y la improvisación en la alineación plantean serias dudas sobre la capacidad del equipo para competir a un nivel más alto.
- La selección peruana se encuentra en una encrucijada. La necesidad de resultados urgentes choca con la falta de estabilidad y planificación. Es hora de tomar decisiones difíciles y buscar soluciones reales si queremos enderezar el rumbo y recuperar el camino si queremos ir al próximo mundial.