Una celebración con reivindicación social

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La celebración del 1 de mayo de cada año, como el Día Internacional de los Trabajadores o Día del Trabajo, es una jornada muy reivindicativa y simbólica del movimiento obrero, durante la Revolución Industrial. Y la jornada laboral de ocho horas, tal como la conocemos hoy, se remonta a esta fecha, que declaró festiva el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional en el año 1889.

Hace más de un siglo, las fábricas eran centros de trabajo intensivo, en los cuales trabajaban por igual, hombres, mujeres, ancianos y niños, con jornadas laborales extenuantes de más de 12 horas diarias, que no les daban opción de recuperación a los operarios, para descansar o disfrutar del necesario tiempo de ocio.

En ese sentido, la sobrexplotación laboral, generada por oferta intensiva de mano de obra local, motivó a los trabajadores, cuasi esclavizados en sus propios centros laborales, a luchar prontamente por establecer sus principales derechos, como es el caso de la jornada laboral de ocho horas, incluso a costa de sus propias vidas.

En la constante lucha por sus reivindicaciones laborales, los trabajadores han logrado una serie de derechos como la reducción de la jornada laboral a ocho horas; la Seguridad Social para los trabajadores; la igualdad salarial; el derecho al salario mínimo; el disfrute de vacaciones; el pago de bonificaciones; el abono por días festivos; y los derechos de huelga y a la libre Asociación Sindical, entre otros.

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