El titular de la presente nota tiene que ver con esa astucia del malvado lobo establecida en el cuento Caperucita Roja, donde el dentellado ‘vivo’ escoge lo más fácil, lo inmediato para su propósito.
Así, tras engañar a ‘Caperucita’ con un supuesto camino corto que la llevará a donde su abuelita; en realidad dicho trecho era el más largo para la niña, llegando antes, más rápido, el siniestro carnívoro para así devorar a la abuelita de un bocado y disfrazarse con sus ropas.
De esta forma, he apelado al tradicional cuento para entender quizás el por qué ha optado una institución como el tradicional Parque de Las Leyendas a celebrar de manera oculta, ‘caleta’, disfrazada, una fiesta foránea, ajena, como es el Halloween, mientras a la par los peruanos tenemos la grandeza del folclor criollo en una fecha denominada El Día de la Canción Criolla: 31 de octubre.
Recuerdo perfecta y detalladamente lo que por escrito se establecía en su acta de fundación y ejercicio: “El Patronato Nacional del Parque de Las Leyendas PATPAL, tiene por objetivo ofrecer bienestar y esparcimiento cultural a la comunidad …”. Texto suficiente, siendo un representativo Perú en chiquito para fomentar los valores, tradiciones, historia y leyendas de un país fastuoso y rico culturalmente.
Sobre esa base, y con todo ello, nosotros no necesitamos apelar a fiestas ajenas, impropias. Cualquier centro comercial o de interés privado podría apelar a lo foráneo; pero entidades como el Parque de Las Leyendas no se fundaron para celebrar fiestas paganas. ¿Qué tienen que ver con nosotros las arañitas, los murciélagos, las calaveras y piratas que de manera sutil nos invitan a una “Ruta Tenebrosa, una aventura de terror en nuestro Jardín Botánico”?
Mejor quizás hubiera sido un concierto al aire libre con lo mejor del folclor criollo peruano, con esos valses que llegan al corazón, las marineras tan festivas, o ese sabor de nuestros festejos y zamacuecas, en fin.
Lo nuestro primero señoras y señores, más aún si desde Las Leyendas surge la invitación.
