Por Renato Medina
A horas de jugarse una versión más del ‘Clásico del Pacífico’ entre Perú y Chile en nuestro viejo y querido Estadio Nacional, se me vienen a la cabeza muchos sentimientos encontrados. Sentir esa inmensa satisfacción de ganarle a los chilenos no tiene precio.
Para ir a Qatar 2022 tenemos que ganar todo (lo humanamente posible). Ganar lo que se viene de local y ‘robar’ puntos en Bolivia, Venezuela, y ¿por qué no?, Uruguay y Colombia. Qué lindo sería festejar, una vez más, la clasificación a otro mundial. Pero primero, hay que ganarle a Chile.
Pero si el precio de ganar a ‘La Roja’, es dejar todo, quizá lesionados, suspendidos, y quedar mermados para los próximos encuentros, lo pago. Sin duda alguna. Y si eso golpea sobremanera el desempeño de la blanquirroja en lo que se viene, será un precio justo.
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Ganar a Chile tiene un sabor especial. Aquí sí, el fin justifica los medios. No se puede olvidar la humillación que recibió nuestro país en 1997 cuando nos recibieron, nos golpearon (literalmente), pifiaron nuestro himno, cosa que nunca se ha visto en el mundo, en un clima de guerra en Santiago de Chile previo al Mundial de Francia 98. Una guerra, claro que sí.
Ganar en el campo de juego es una obligación. Es casi una cuestión de Estado. Ya después veremos si alcanza el sacrificio. Pero ganarle a Chile… ¡qué rico se siente hasta solo dec