La huida de miles de familias y niños centroamericanos hacia EE.UU.

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«No hay nada, no hay trabajo, no hay nada que hacer»

Tras un 2020 marcado por la pandemia y el cierre de fronteras entre países, miles de migrantes como Michael -en su inmensa mayoría procedentes de Honduras, Guatemala y El Salvador- volvieron a la carretera este año.

«Que lo piensen bien, porque es duro. No es para cualquiera este camino. Se necesita fe y valor», expresa Michael.

Michael, es un joven de 17 años e intenta llegar a Estados Unidos por primera vez desde su Honduras natal.

Porque allí, dice, «no hay nada, no hay trabajo, no hay nada que hacer». Por eso, dice, quiere llegar a EE.UU., «para poder ayudar a mi familia».

Mientras, muchos denuncian que, además de la pobreza y violencia habituales, los efectos económicos de la pandemia los dejaron con aún menos posibilidades para sobrevivir.

Por eso emprenden un camino de varias semanas, sin calzado ni ropa adecuada, a 30ºC asfixiantes de temperatura y con apenas comida y agua.

Y muchos de los migrantes que llegan cada día a esta frontera con México reconocen que lo hacen con la esperanza de que la política migratoria del nuevo gobierno de Joe Biden sea más sensible hacia su realidad que la del expresidente Donald Trump.

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