La desconfianza de la ciudadanía en sus políticos y candidatos no es gratuita. Es común y “permisible” que el candidato no cumpla con sus promesas o su Plan de Gobierno
De ciudadano a ciudadano:
En el primer trimestre del 2021 el Perú se encuentra en un punto de inflexión en el que coinciden históricamente varios procesos político sociales que tienen influencia directa sobre la seguridad integral del país: La segunda ola de la pandemia, las elecciones presidenciales a celebrarse en abril, el Bicentenario de la República en el mes de julio y la larga crisis política agudizada desde el 2017 por el caso Lava Jato, llevando a la prisión a cinco expresidentes, que con Alberto Fujimori, condena a cadena perpetua desde hace diez años, suman seis los expresidentes del Perú procesados penalmente por la justicia.
Este en este contexto de corrupción e inestabilidad política, presión judicial, convulsión social y crisis económica en el que este artículo enfoca el problema de la seguridad ciudadana desde la perspectiva de las propuestas electorales en carrera.
1.-Corrupción política en el Perú: Un largo proceso en descomposición
La desconfianza de la ciudadanía en sus políticos y candidatos no es gratuita. Es común y “permisible” que el candidato no cumpla con sus promesas o su Plan de Gobierno. Por otro lado, se venía desarrollando un nuevo tipo de democracia popular tolerante con la corrupción evidente de las autoridades políticas que se ejemplificó en la frase propagandística de un candidato presidencial en las elecciones del 2018: “Roba, pero hace obra”. La pandemia ha cambiado ese escenario peligrosamente porque la estabilidad y el crecimiento económico se han terminado. Económicamente el Perú ha retrocedido a los años 80s, a los tiempos de Sendero Luminoso y el MRTA, 20 millones de peruanos pasaron de la clase media a la pobreza en el 2020. Hay pobreza, necesidad material, hambre. La delincuencia y la criminalidad crecen inexorables.
2.- Falta de credibilidad en líderes y partidos políticos
En un País como el nuestro, luego de seis gobiernos consecutivos que han Sido acusados de corrupción, el aprendizaje de valores como la Ética y la Moral debe ser cotidiano. En el caso Lava Jato se vio el manejo mafioso y delictivo de algunas constructoras y la Pandemia nos muestra un manejo vergonzoso en el sector Salud, pública y también privada, ni el área de investigaciones médicas se escapan.
3.- Pandemia, inestabilidad política y convulsión social
El peligro es inminente porque los políticos y candidatos continúan con la misma dinámica demagógica y mediática de antes de la pandemia. Este peligro ocasionado por la falta de legitimidad política y vacío de autoridad se manifestó públicamente en el lema que se enarboló para vacar a dos presidentes en una semana durante las protestas de diciembre último: “No me representa”, refiriéndose al presidente nombrado por el Congreso. Un último detalle al respecto: Vizcarra, el presidente vacado y Merino, el nuevo presidente que lo reemplazó, representan fuerzas políticamente antagónicas en el Perú, el fujimorismo y el anti-fujimorismo respectivamente. El “pueblo” que salió a las calles para vacar a Vizcarra no fue el mismo “pueblo” que salió a protestar para sacar a Merino del poder. Finalmente, ambas posiciones se anularon mutuamente dejando a Francisco Sagasti como presidente interino hasta julio del 2021.
4.- Plan de Gobierno: Improvisación y “amiguismo”
Técnicamente todos los Planes de Gobierno de los partidos políticos peruanos son pura espuma y levadura por una sencilla razón: desde los años 90s el Perú sigue una misma política económica basada en los principios teóricos neoliberales de la Escuela de Chicago, política que se ha mantenido estable por más de 25 años consecutivos, e inalterable en cada uno de los gobiernos liderados por Fujimori, Toledo, García Pérez, Humala, Kuczynski, Vizcarra y ahora Sagasti, en orden cronológico. A esta continuidad inalterable de la política económica se le compara en Perú con el “piloto automático” o con un funcionamiento en “stand by”. Desde otro punto de vista, la economía política peruana sigue el rumbo de la economía global, razón por la que el Perú no tiene una visión de país a largo plazo. Todo Plan de Gobierno en estas condiciones queda reducido a mera demagogia.
5.- Candidatos que son un peligro para la democracia y la gobernabilidad.
En el fondo de la sinvergüencería, el Jurado Nacional de Elecciones JNE, organismo público encargado de admitir y oficializar las candidaturas a presidente y congresistas, ha tenido un comportamiento parcializado en plena campaña electoral. La prensa peruana denunció estas irregularidades cuando el JNE dictó un veredicto irregular en favor de la candidatura a congresista del cuestionado expresidente Martín Vizcarra. La denuncia de la prensa acusó al JNE de haberse producido el cambio en el sentido de la votación de dos magistrados del JNE sobre el caso Martín Vizcarra debido a que en primer término se habría optado porque se excluya su candidatura; sin embargo, el cambio de voto de estos dos magistrados habría permitido que continúe en la contienda.
6.-Conclusiones
Si bien es cierto que en el Perú es una tradición votar por el mal menor, en estas elecciones ni esa opción tenemos. Estos candidatos en un 95% empobrecen nuestra política. Llegamos a una situación donde el punto es que el voto responsable es una quimera debido a que ningún candidato es idóneo, sin planes ni equipos de trabajo que pueden garantizar un adecuado gobierno, no tenemos partidos políticos de verdad y nos encontramos en una crisis realmente grave.