Con el poder de las manos hizo caminar a paralíticos

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Ayacuchano Roberto Tévez repara huesos y tendones con la digitopuntura, sin necesidad de cirugías ni anestesias

Desde hace cincuenta años, Roberto Tévez, coracoreño de nacimiento, se dedica al delicado arte precolombino de curar con los dedos los dolores en articulaciones, tendones y huesos, de ahí que también forme parte del gremio que popularmente se conoce como hueseros.

Tévez ha hecho caminar a paralíticos y tulliidos, con solo someterlos al poder de sus masajes, directamente con las manos y sin necesidad de vibradores o aparatos de resonancia que, según afirma, “solo sirven para engañar a los pacientes”.

Señala que su técnica de la digitopuntura puede solucionar desviaciones a la columna, escoliosis o la dolorosa hernia discal, tan común entre quienes cargan pesos excesivos. Luxaciones y torceduras igualmente requieren de sesiones de masajes reparativas.

En directo

Sobre su arte de curar con las manos o digitopuntura, explica que dolencias como la tendinitis y la bursitis requieren de un tratamiento directo de masajes sobre las articulaciones afectadas, las cuales se pueden detectar con la sola indicación de dolor que diga el afectado.

“Ahora quieren curar las diversas tendinitis con agua tibia, frotaciones y vibradores, pero eso es solo para sacar plata y ganar tiempo, la verdadera curación está en los masajes directos y precisos sobre la zona afectada”, dice sobre su técnica de tratamiento.

Tévez advierte que hay dolencias y problemas en la columna vertebral que pueden causar mucho dolor, pero que requieren ser tratadas directamente con la técnica de la digitopuntura porque una operación quirúrgica en esa zona es muy peligrosa.

Como todo tratamiento, afirma al indicar que lo pueden llamar 4281181, primero debe evaluar al paciente, quien debe tener una radiografía o ecografía de la zona afectada, para asi decidir cómo se procederá para vencer a la dolencia que sufre el enfermo.

Salvó a director

En su consultorio del jirón Aljovin 320, oficina 21, a la espalda del Palacio de Justicia, este ayacuchano de 78 años recuerda que le salvó la vida al entonces director de Expreso, Paco Moncloa, en 1975, cuando su brazo se quedó atrapado en una máquina de impresión.

Gritando de dolor, Moncloa se desangraba y nadie sabía que hacer para liberarlo de las garras de acero que lo tenían atrapado, mientras la sangre le corría a borbotones por el brazo. Por ahí alguien que se acordó que el obrero gráfico, Roberto Tévez era huesero y medio curandero.

“Me llamaron y apenas lo vi quedé horrorizado, pero me repuse, pedí unas tijeras, le corte la camisa y le hice un torniquete. La hemorragia paró y poco después llegó la ambulancia”, recuerda este ayacuchano que, además, es un eximio músico folclorista porque toca el violín, el arpa y la guitarra.

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