Por: César Ortiz Anderson
Sin duda alguna, las elecciones, del 11 de abril de 2021, serán bastante atípicas, por varios factores. Verbigracia: la pandemia del Covid-19 que vivimos, las cifras preocupantes de corrupción, los últimos cinco presidentes de la República están investigados; la golpeada economía, la falta de empleo, la inestabilidad social, una inseguridad ciudadana que nos cerca cada día, casi un 50% de votantes serán jóvenes, las campañas publicitarias serán por redes sociales e Internet.
Además, hay una apatía de los ciudadanos por la política, que será bastante difícil revertirla, por lo menos en el corto plazo. Hay 24 partidos políticos en estas elecciones, número que no lo tiene ningún país de la Región, somos productores de candidatos a la presidencia. Pero cuidado, una cosa es cantidad y otra calidad. En esta última elección habrá que reconocer en que estamos fallando. Justo, el título del artículo lo elegí recordando un juego muy popular en las ferias de nuestro país: la tómbola de cuyes, incluso tenemos un dicho popular «Me siento como cuy en tómbola», que significa que nos encontramos confundidos, abrumados o perdidos.
En resumen, nos encontramos en una situación que no sabemos qué decisión tomar. Volviendo al juego de marras: este consiste en poner un cuy en medio de digamos 24 cajas que ya están numeradas, le damos algunas vueltas al cuy para marearlo y, en ese momento, la gente que apostó, por el número de alguna caja, empieza a gritar, aplaudir, hacer barra, bastante bulla, para que al final el pobre cuy, buscando seguridad, ingrese a alguna de las cajas y se convierta en presidente, digo en ganador. Por ello, en mi cabeza, las próximas elecciones las visualizo como una Tómbola Electoral.
Nuestros 24 candidatos están por allí en cuanto a intención de voto, nada destacable como propuesta, en los principales problemas del país, por lo menos hasta ahora, como en el juego de la tómbola, salvo que haya apostado a alguna caja, al resto le dará igual donde ingrese el cuy y eso es precisamente lo que pasa cuando votamos sin darle la debida importancia, porque creías, erróneamente, que no había gran diferencia.
La pandemia jaló la careta de los últimos gobiernos corruptos, que no se ocuparon de mejorar por ejemplo: la Salud, La Educación, La Seguridad Ciudadana, por nombrar los 3 principales problemas en la actual coyuntura. Está claro que si los últimos cinco gobiernos hubieran invertido en Salud, no hubieran muerto tantos peruanos, se tendría una mejor Educación, al igual que una reducción de la criminalidad. Está claro que la corrupción es la raíz del mal, pero los corruptos saben manejar muy bien el manto de la Impunidad, por ello hasta se burlan del pueblo y parte de la justicia, créanme esta vez no escogeremos ni siquiera por el mal menor.
Por ejemplo, las últimas encuestas y tomar con pinzas las encuestas, sino recordemos cuando Montesinos confesó, como eran el negocio de las encuestadoras. Está grabado y señaló a dos de ellas. En esta oportunidad, ya comenzó la caída de un candidato inventado e inflado, el candidato Forsyth, continúa adelante, pero con la mitad de intención de votos que tenía hace un mes, a un poco menos de 4 meses de las elecciones.
Matemáticamente, tendría una caída parecida a la que tuvo el candidato Castañeda en su momento, el gran resto están entre 1 y 5% de intención de voto, pero si tomamos en cuenta el famoso margen de error del 3%, están bastante apretujados todos ellos. Además, no es poca cosa que casi un 60% de votantes, se encuentre entre los que no votarían o viciarían su voto.
Finalmente, lo que sí está asegurado, por esta fragmentación, es que iremos a una segunda vuelta y que muchos partidos políticos no pasaran la valla electoral.
