El mundo deportivo de luto: Murió Maradona (Video)

131
1422

Sufrió paro cardiorrespiratorio, luego de intervención quirúrgica. Una semblanza de Clarín argentino

Llora Argentina, llora el mundo. A los 60 años, El Diego no pudo gambetearle a la muerte. El campeón del mundo con la selección argentina​ se descompensó esta mañana en la casa del barrio San Andrés, en el partido bonaerense de Tigre, donde vivía desde hacía algunos días luego de haber sido operado de la cabeza.

Villa Fiorito fue el punto de partida. Y desde allí, desde ese rincón postergado de la zona sur del cono urbano bonaerense se explican muchos de los condimentos que tuvo el combo con el que convivió Maradona. Una vida televisada desde aquel primer mensaje a cámara en un potrero en el que un nene decía soñar con jugar en la Selección.

Nadie le dio a Diego las reglas del juego. A diferencia del común de los mortales, Diego nunca pudo ocultar ninguno de los espejos. Es el Cebollita que solo tenía un pantalón de corderoy y es el hombre de las camisas brillantes y la colección de relojes lujosos. Es el que le hace cuatro goles a un arquero que intenta desafiarlo y al mismo tiempo el entrenador que intenta chicanear a los alemanes y termina humillado. Es el que se va bañado de gloria del estadio Azteca y el que sale de la mano de una enfermera en Estados Unidos. Es el que arenga, el que agita, el que levanta, el que motiva.

El que tomaba un avión desde cualquier punto del mundo para venir a jugar con la camiseta de la Selección. El del mechón rubio y el que estaciona el camión Scania en un country. Es el gordo que pasa el tiempo jugando al golf en Cuba y el flaco de La Noche del Diez. El que vuelve de la muerte en Punta del Este. Es el novio de Claudia y es también el hombre acusado de violencia de género. Es el adicto en constante lucha. El que canta un tango y baila cumbia. El que se planta ante la FIFA o le dice al Papa que venda el oro del Vaticano, informa Clarín.

Lo llora Fiorito, escenografía inicial de esta historia de película y pieza fundacional para comprender al personaje. Lo lloran los Cebollitas donde se animó a soñar en grande. Lo llora Argentinos Juniors donde no solo es nombre del estadio sino el mejor ejemplar de un molde que genera orgullo. Lo llora Boca y toda la pasión que unió a un vínculo que fue mutando pero conservó el amor genuino. Lo llora Nápoles, su altar maravilloso en el que con una pelota cambió la vida de una ciudad para siempre. Lo lloran también Sevilla, Barcelona y Newell’s, que infla el pecho por haberlo cobijado. Lo llora la Selección porque nadie defendió los colores celeste y blanco como él.

Lo lloramos todos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí