Sueldo mínimo o mínimo sueldo (Opinión)

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Por Javier Contreras (*)

El periodista Beto Ortiz le preguntó al precandidato de Acción Popular a la presidencia, Alfredo Barnechea, si sabía cuánto era el sueldo mínimo. El político iqueño dio mil vueltas antes de indicar la suma de 750 soles.

Días después, Nano Guerra García, otrora enemigo acérrimo del fujimorismo y hoy jefe de campaña de Keiko, dijo que era 850 soles, y luego, enterado de su error, aseveró que 930 soles es «un montón de dinero».

Tal como explicó luego en su cuenta de Twitter, la ex segunda vicepresidenta, excongresista, expresidenta del Consejo de Ministros, exministra de Economía y de Comercio Exterior, Mercedes Aráoz, la Remuneración Mínima Vital (RMV) se determina por Decreto Supremo y fue el presidente PPK quien determinó el incremento a 930 soles, aconsejado por su entonces ministro de Trabajo, Javier Barreda.

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Todos los que alguna vez hemos ganado el «sueldo mínimo» (y, sobre todo, las 700 mil personas que hoy perciben este monto) sabemos que no es «un montón», y que en un país donde el kilo de pollo roza los 10 soles (así lo comprobé, este fin de semana, yo mismo en el Mercado de Productores de Santa Anita) y el alquiler de un cuartito no baja de los 500 soles, apenas alcanza.

Para que hablemos realmente de un sueldo mínimo y no de un mínimo sueldo, la cifra debería subir hasta los 1500 soles, en línea con la canasta básica familiar y, a un presidente que realmente quiera el bien de la población y tenga un ministro de Trabajo independiente, no le debería temblar la mano en llevar la RMV a este nivel.

Claro que eso significaría pelearse con la Confiep y los demás gremios empresariales y tener a los grandes empresarios todos los días en medios criticando la decisión. Y peor aún, que un candidato lo ingrese en su plan de campaña o si quiera lo diga públicamente, representaría perder el apoyo de los ricos de este país, que -como ya está demostrado- son los que financian campañas.

Barnechea, en un video que difundió al día siguiente de la entrevista con Beto Ortiz en sus redes sociales, esbozó la posibilidad de una RMV diferenciada por regiones, lo cual no nos parece una propuesta equivocada, toda vez que el costo de vida y la productividad en un país tan disímil como el Perú varía, pero -una vez más- esperamos que la definición del monto sea producto de un estudio técnico serio y no una pasada de mano a los grupos empresariales.

Tampoco sería una mala idea que la RMV se defina según el tipo de empresa en la que se trabaja, pues claramente no es lo mismo trabajar en una microempresa de Gamarra que en el BCP de los Romero (a cuyo presidente le sobraron 3 millones de dólares en 2011 y se los donó a la campaña de Keiko Fujimori) o en Cineplanet de los Rodríguez Pastor.

El tema está en agenda y sería bueno escuchar qué piensan los demás candidatos. Aunque algo me dice que intentarán esquivar el tema a como dé lugar. Espero que hayan colegas que pidan respuestas «mirando a los ojos» (sic).

P. D.: Desde este lunes y hasta cuando me aguanten estaré en La Última comentando los temas de economía que afectan tu bolsillo, el de tu familia y amigos.

(*) Periodista económico

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