Por el Dr. Alberto Medina
Ser peruano tiene un significado especial. Ser peruano, para unos, está en relación directa con la música, la gastronomía, el pisco, las fiestas patronales, etc. Ser peruano, para otros, está en relación directa con la historia, las batallas, las guerras, los triunfos, las derrotas, incluido el propio fútbol y su particular historia.
Sea como sea, el peruano vive, siente y actúa, de acuerdo a sus propias convicciones, sentido común y un término que viene estando de moda, como es la conciencia (y/o consciencia). Este término, no termina de entenderse en la población en general, no se sabe qué exactamente comprende, ya que siempre se toma decisiones, desde lo social y especialmente político, erróneas.
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Lo sucedido con el presidente y el Congreso, llámese circunstancia, descubrimiento inmoral, audios reveladores, etc. no sé si llamarlo políticamente, ya que la política es un arte, una ciencia, un estilo de vida que nos permite avanzar, reflexionar, evolucionar. Sin embargo, lo que venimos viviendo, desde hace muchos años, es personas que dentro de los lineamientos que la política propone, haya actores que hacen de ella una sórdida representación, que empobrecen y hacen misérrimos sus actos. Este “circo” de personajes, liderado por el presidente de la República, quién debe culminar su mandato, legitimado por la carta magna, atentan contra el bienestar psicológico y espiritual del ciudadano, siendo su repercusión social, con mucho daño, desconfianza e impacto al nivel de lo amoral. Y esto, amigos míos, es lo que más nos debe llevar a la reflexión.
Se avecinan unas nuevas elecciones, donde el soberano pueblo, bajo el engañoso sistema “democrático”, nos obligará a votar por algún advenedizo u oportunista mediático. ¿Qué es lo que queremos los peruanos? Seguir en esa línea de inconsciencia o miedo hacia algún cambio, que nos subyuga a la categoría de habitante, con necesidades, demandas y solicitudes de siempre, no atendidas; o nos posicionamos en una línea férrea de aprendizaje y práctica, de lo que constituye ser ciudadanos, con consciencia que poseemos derechos y podemos enaltecer nuestros reales deberes cívicos.
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Es una tarea bastante pendiente que nuestra sociedad requiere, donde la educación, con una real política social, seguirá siendo la misma receta, pero con ingredientes básicos, que desde lo humano privilegien el requisito de una consciencia moral, ya que nos seguimos acostumbrando a ser pasivos y resignados a observar cómo los malos (pseudopolíticos, comunicadores, empresarios, periodistas e instituciones corruptas, etc.), aparentemente nos ganan, a los que deseamos el cambio estructural de la política y del pensamiento social del auténtico bienestar, de pensar en el país y en la mayoría poblacional, pero de verdad.
Por ello, ¿cuál es tu posición?, de estar aceptando este “castigo” de los intrusos y perversos de nuestra realidad política, o realmente nos merecemos lo que vivimos, pagando el día a día su precio. O quizá haya una tercera alternativa, de la que no te atreves a proponer; yo tengo la mía. Reflexiona la tuya y contribuye en manifestarla. Hasta la próxima.