Por: Gustavo Rossi
Hoy en el mundo futbol, el tema Messi-Barcelona, ocupaba las principales por la posible partida del 10 de origen argentino, bajo una disputa millonaria, entre el jugador, su club y la Liga, que ninguna de ambas partes desea ceder ni un euro y que al final tuvo como epilogo, la continuidad del zurdo en el club azulgrana.
Mi buen amigo, a quien llamaremos Pedro A., me contó una anécdota que le tocó vivir en su permanencia por la ciudad de Barcelona, cuando tuvo que emigrar para buscar otras posibilidades laborales, como muchos compatriotas, que en el Perú no le satisfacían.
Fue hace diez años, y Pedro, instalado en esa cosmopolita ciudad europea, donde se vive el futbol con demasiada pasión y efervescencia -así como otras europeas-, son hinchas a muerte de los equipos locales, a diferencia del fútbol peruano, y consideran a los rivales foráneos “enemigos” de su club.
Es decir, para los habitantes de esta ciudad ibérica, Barcelona, solo existen el Barça y el Espanyol y hasta disputan su propia Copa de “El Rey”. Y justamente ante este rival, debutó Leonel Messi el 16 de octubre del 2004. Cuando había cumplido 17 años de edad.
Y desde hace, 16 años, esta urbe, ha gozado con el futbol, triunfos y goles del 10 azulgrana, que lo ha convertido en el ídolo máximo. Aunque luego de la eliminación de la Champions League 2020, por la humillante eliminación ante el campeón Bayer Munich por 2-8, anunció su partida del equipo catalán, luego de década y media donde fue considerado el Mejor del Mundo.
Peri, si surgió la disputa y la controversia, sobre el futuro de la mega estrella, que pudo arribar a poderosos equipos que estaban dispuestos a abrir el baúl del tesoro, y desembolsar 700 millones de euros al Barcelona, para que lo deje partir, además que asegurar un contrato millonario, hay una anécdota, que muestra al supervalorado futbolista, como un ser humano común y corriente en sus ratos libres.
Pedro, trabajaba ya hace unos años, en un restaurante de parrillas, cuyo propietario era un argentino de nombre Leonardo. A ese local que estaba precedido de un buen servicio y cuya especialidad era las parrillas argentinas, que llegaban personajes y futbolistas, se ubicaba en una exclusiva zona barcelonés.
Justo, cuenta mi amigo, que, en un día ajetreado, mientras él estaba concentrado en terminar sus tareas cotidianas y salir de su turno laboral a una cita, escucha un tumulto fuera de la cocina, pero no le tomó mucha importancia, ya que se encontraba concentrado en terminar su labor y marcharse.
Luego, escucha que un compañero le avisaba que salga para tomarse una foto con “Leo” y es cuando pensó que el dueño quería retratar una postal con sus empleados, como ocurría otras veces. Así que consideró que era más importante terminar su labor. Mientras le seguían insistiendo a gritos sus compañeros “¡Hey Pedro, vení a tomarte una foto con el Leo… ¡”, la insistencia iba agotando su paciencia. Es así que harto de que no lo dejen terminar, salió echando chispas y derramando lisura es cuando le recrimina a su colega: “¡joder hombre, que estoy ocupado, y no tengo tiempo de parar para tomarme una foto¡” y no entendía que tan urgente era tomarse con “Leo” el dueño del local.
En eso se percata que con el grupo estaba en el medio el fantástico futbolista, que, tras escuchar las quejas de Pedro, lo miró con una expresión entre extrañado y avergonzado, y los demás aterrados por tamaña osadía. Mientras mi amigo, se quedó congelado en una pieza, al tener al frente al ídolo catalán “Leo” Messi y solo atinó a esbozar una sonrisa nerviosa.
Tras superado el tenso incidente, vinieron las fotos con el goleador y luego lo vio regresar a su mesa familiar. Al terminar su turno, al salir lo observó en el jardín del restaurante, pateando una pelota con sus pequeños hijos, como cualquier padre común y corriente lo hace.
Solo que esas piernas están valorizadas en cientos de millones de euros. Y es cuando el buen Pedro, quiso acercarse a ofrecerle disculpas y explicar la confusión que lo llevó a decir eso, pero no quiso interrumpir ese momento íntimo del juego con sus pequeños.
Mientras se iba a su casa contemplaba, la foto junto al crack, en su celular y pensaba que pudo conocer en persona al jugador de los 700 millones de euros de la disputa multimillonaria y considerado mejor futbolista del mundo, pero también, pudo estar al lado del ser humano sencillo y mortal. Así sea bajo una experiencia casi ingrata, pero al final jocosa.