La familia: su gran valor en tiempos de pandemia (Opinión)

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Por: Carlo Augusto Pérez Pérez (*)

Situaciones cotidianas y aparentemente insignificantes, que hasta hace poco pasaban desapercibidas en el mundo familiar y social -por las enormes exigencias e influencias del aplastante y absorbente mundo moderno y por el ritmo acelerado de estos tiempos- han sido puestas al descubierto como algo de gran valor, por la actual crisis sanitaria global del Covid-19.

La pandemia nos ha develado que hay cosas que en el momento recién entendemos que valen. El valor de las pequeñas cosas que son el tiempo que se malgasta. Como decía el dramaturgo, actor y poeta inglés William Shakespeare: “Malgasté mi tiempo, ahora el tiempo me malgasta a mí”.  Es que recién entendemos que el tiempo vale; la familia, la salud, el trabajo valen; la solidaridad vale. Todo esto comprendiendo que hay que ser respetuosos de la autoridad y entendiendo lo importante que es cumplir con nuestras responsabilidades sociales.

Ahora razonamos que somos seres gregarios, que dependemos los unos de los otros, que no somos islas y que nuestra naturaleza humana es vivir en comunidad, y no a los acordes de un mundo que privilegia un terrible individualismo egoísta y mercantilista a ultranza, en detrimento de las mayorías vulnerables que están condenados al nefasto dicho “sálvese quien pueda”.

En este tiempo que falta el trabajo digno, el dinero y la comida que escasea, vale hasta una pequeña porción de arroz, un gajo de plátano, un pan que antes se desperdiciaba. O sea, las cosas simples que no se valoraban normalmente, ahora relucen y valen, pues cuando no hay, es cuando más se extrañan las cosas.

Reflexionamos ahora que la vida disipada, por las cosas materiales frívolas y superfluas a que nos arrastran a la descomunal corriente consumista, no pueden estar jamás por encima de las cosas y valores más importantes de nuestras existencias, que son de verdadera trascendencia humana y existencial. Siendo uno de esos grandes valores inmateriales: la familia. Ese primer laboratorio social que forma vidas, personas y ciudadanos para una mejor nación.

Por ejemplo, añoro esos años maravillosos cuando, sin la prisa y los avatares de la vida de hoy, la familia nuclear y extensa nos sentábamos junto a la mesa a degustar de un buen desayuno, almuerzo y merienda, siempre con la inevitable compañía de un radio receptor al lado, de esos aparatos antiguos de las marcas antiguas JVC Nivico, Philips, Sanyo.

Espacios familiares que se hacían más ameno con las interesantes e interminables tertulias de orientación sobre los hechos del momento, que eran propiciadas por nuestros padres, tíos y abuelos, cuyas pláticas ilustrativas y llenas de valores, muchas veces giraban en torno a  las noticias que se propalaban por  las radio emisoras de onda corta de la época como la desaparecida Radio Unión de Lima, La Voz de América-VOA de USA, Radio Habana Cuba, Radio Nederland de Holanda, Radio Austria Internacional, Sutatenza de Colombia, entre otros íconos de la comunicación e información mundial que formaban parte de nuestras vidas diarias y eran las fuentes del acontecer de esos tiempos.

Ahora, hay que potenciar los valores de convivencia que ya no se practican, como el respeto, la empatía, la gratitud, el perdón, el trabajo, honestidad, la verdad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la justicia, el diálogo, la paz, etc.  Virtudes que nos van hacer cada vez más humanos y fraternos.

Por otro lado, como suele suceder desde la antigüedad, la educación además de la instrucción viene de casa. Por lo que creo que los padres deberán cumplir su rol de primeros formadores de sus hijos, haciendo que refuercen los aprendizajes no sólo de la matemática, la lectura, la pintura, el juego o el uso de la imaginación; sino también inculquen los valores que los formen como persona.

En este contexto, los padres deben robustecer en sus hijos, el valor de la responsabilidad, en el sentido que en esta coyuntura del Covid-19, debemos deponer nuestros propios intereses por el bien común, cumplir con las órdenes y recomendaciones como el quedarse en casa que nos dan nuestras autoridades con el fin de protegernos todos.

Además, enseñarles a aprender a vivir en sociedad, siendo buenos ciudadanos con gran compromiso social para buscar no sólo el bienestar personal y familiar, sino el bien de todos; ser elementos colaborativos con los quehaceres de su colectividad; asimismo que reconozcan que tienen derechos, pero también deberes que deben respetar para garantizar el orden y la paz social.

(*) Comunicador y docente

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