Por Luis A. Pardo Altamirano
Hoy que hay mucha incertidumbre, ahora que no se sabe hasta dónde llegaremos, ahora que vengo ‘ordenando’ mi desorden para ver si me leen cuando ya no esté, ahora que diviso mal a la prensa; encontré un recorte de tantos, guardado para leerlo con calma y hoy aquí lo comparto.
Sobre el autor, alguna vez hablaba con el director del diario Expreso (de donde provengo) y destacábamos mucho a este gran cronista peruano quien nos dejó lo siguiente en cuanto a la efeméride que muchos ‘celebran’: el Día del Periodista.
Reitero, no sé si llegaré a octubre, pero si no fuera así, he aquí un concepto compartido, no sin antes valorar y emitir el agradecimiento anticipado por la solidaridad hacia los colegas como Alex Risi quien requiere el apoyo… gracias.
“Ya lo dije por allí y por acá. No soy partidario de celebrar el día del periodista. Creo que no hace falta. Una fecha, un día, creo, es muy poquita cosa para una tarea tan grande.
El periodismo es algo más que una profesión; es, puede ser, un arma de ataque, un escudo de defensa. Fascinante tarea la de lanzar descomedidas carcajadas frente a los que oprimen. Reducir a los terribles dioses a su estatura normal de criaturas.
Consolador a la hora de la desolación, fustigador de poderosos, el periodismo, creo -mi profesión- sirve para multiplicar el conocimiento de nosotros mismos.
Carnaval para desenmascarar, disfraz que revela, desembrollador de contradicciones, traductor de mil lenguas. Obsequiador de ilusiones que nos pueden permitir vivir un día más. La acusación que busca el perfeccionamiento. Reducto, aunque más de uno no lo crea, conservador de la cultura. Ojos y oídos. Y voz. Pequeño milagro cotidiano que nos ratifica que, por algún lado, hay una patria, una religión, un amor, un fervor.
No me placen los homenajes; en el Perú, esas cosas -los brindis y homenajes- siempre, casi siempre, han tenido algo de epitafio.
II
¿Quiénes más desatendidos que los periodistas? ¿Qué otra profesión produce más desamparo?
El país, dicen, está en crisis. La vieja y sucia ambición de unos pocos por depredar el patrimonio de todos, por allí anda. Pero por allí también anda el espejo que refleja. Porque la identidad de un pueblo no la marca ni su propia historia, sino la vida diaria y las enseñanzas que desprendemos de ella.
Esa es la esperanza: que los hombres y las mujeres vuelvan la mirada hacía sí mismos, hacia los eternos modales del ser humano: a su carne, su sangre, sus canciones, sus juegos, sus pecados y hasta su muerte.
Riesgo inmediato, periodismo. Improvisación, periodismo; acechanza, equivocación, rectificación, periodismo. Misterio palpitante, pequeño gran milagro cotidiano. La ceremonia, el inmenso rito de la vida diaria. Mi retrato, mi comida y mi asignatura.
Yo no celebro el día del periodista, es decir, no le asigno 24 horas, sino todas. Y no me da la gana de recordarlo, porque jamás me olvido que todos los días son mi día de trabajo. Debe ser magia. Creo”.
Jorge Salazar
Periodista policíal
Cronista
Escritor peruano.