C. Alfredo Vignolo G. del V.
En vísperas de las Fiestas Patrias, de nuestra Independencia Nacional, no veo a nuestros compatriotas con la escarapela, menos las caravanas de autos que huyen de la ciudad, ni los centros comerciales atiborrados de gente al son de la música criolla y quienes atienden vestidos de chalanes, no veo alegría…
Es una Fiesta Patria inusual, extraña, singular, hay una angustia y dolor en el corazón, en la gente, en el rostro hoy…, escondido tras una mascarilla, nadie sabe si mañana estaremos, hace meses que no sentimos el abrazo, el estrechar el calor de una mano, el beso del hijo o de la nieta o de alguna ninfa…, el compartir una mesa en domingo entre ravioles, vino tinto y pan al ajo, entre familia, sí señores entre familia que es lo único que nos empuja a salir adelante, aunque la procesión vaya por dentro…
Démosle gracias a Dios por estar vivos, por tener a nuestra familia unida, extrañamente de manera virtual, gracias a la tecnología.
Es de hombres llorar ante la impotencia y eso no nos hace menos, es la impotencia de no poder hacer más por esta tierra bendita que nos vio nacer, nuestra patria, nuestro Perú, por nuestra gente, al margen de cualquier ideología política, al margen de cualquier Credo, al margen de cualquier estrato social, hay un nudo en la garganta, hay un dolor, hay una angustia y a la vez una súplica, un ruego, una imploración elevada al Cielo, a quien todo lo puede, el Todopoderoso.
¿Por qué? ¿Por qué cambiaron nuestras vidas? ¿Por qué no disfrutar con la nieta como antes? ¿Por qué no agarrarla de la mano y pasear por el parque, mientras la pelota rodaba y una se quedaba prendado de su inocente sonrisa? ¿Por qué no comprarle una muñeca como antes o simplemente verla, abrazarla y besarla? Preguntas, que no tienen respuesta, mientras los ojos se llenan de lágrimas, ¿por qué es de hombres también llorar? ¡Somos gente de bien! ¡Creemos en Dios! ¿Pero por qué?
¿Por qué tantos compatriotas han fallecido? ¿Por qué tanta gente se fue sin una despedida…?
Hoy me pregunto la vida es lo más importante que tenemos, valorémosla, tenemos a alguien en casa, basta un te quiero, un te extraño…, basta una mirada para transmitir el sentimiento más puro y sincero que tenemos, el amor en toda su dimensión, en toda su plenitud, en ese Sol que irradia nuestros corazones, sentimiento franco, leal, sincero, transparente, que a pesar de las adversidades de la vida nos hace pensar, que tenemos que seguir luchando sin cuartel, luchando por el privilegio de tener a nuestra familia, unida por lo más sublime el amor y por la vida.
Sólo nos queda rogar a Dios, que esta amarga pesadilla pase y pase lo más pronto posible.
Perdonen la crudeza de mis palabras, pero a veces es bueno escribir con el corazón en la mano, mientras las lágrimas se desparraman por nuestras mejillas.