PNP: Luis Casto, el honor es su divisa

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Historias de policías y padres de familia, con un ojo entrenado contra el crimen

El superior PNP Luis Castro, especialista en secuestro, homicidio y extorsión, ha participado en la desarticulación de seis organizaciones criminales y 25 bandas delictivas. Para el integrante de la Diviac, ser padre de familia es un reto diario que asume con tranquilidad y sapiencia.

Cuando abrieron el horno de panadería, no había panes sino un hombre seminconsciente. Se llamaba Andrés Casalino Tejeda y era un joven empresario arequipeño. Había permanecido secuestrado durante 27 días. Casi un mes.

Algunos pensaban que no había muchas esperanzas de hallarlo con vida, hasta que la policía dio con él en aquella construcción, en un asentamiento humano de Villa María del Triunfo, al sur de Lima.  

El superior PNP Luis Enrique Castro Sánchez, especialista en secuestro, homicidio y extorsión, no se le borran los detalles. Participó en el manejo de negociaciones como integrante de la División de Secuestros de la División de Investigación Criminal (Dirincri). Fue el caso más fuerte que le tocó vivir en los quince años que trabajó en ese cuerpo de la PNP.

La policía ya había capturado a los hermanos Sánchez, prontuariados delincuentes, reincidentes en los delitos y sobre quienes pendía órdenes de captura como medallas de olimpistas, pero, tras los barrotes, el jefe de la organización criminal, se negó a decir dónde tenían secuestrado a Casalino.

“Primero tienen que pagar”, desafiaba el caco.

Dirincri continuó capturando a los demás integrantes. Cayeron como moscas, pero no ubicaban el lugar de cautiverio. El último secuestrador que capturaron dio el lugar de referencia.

“Nosotros pensábamos que habían abandonado al empresario, por suerte lo hallamos con vida, lo sacamos del horno ya desmayado. El que lo cuidaba, se había retirado por temor a la policía y lo había dejado abandonado. Unas horas más y el desenlace hubiera sido distinto”, cuenta el superior Castro.

Tiempos del “secuestro al paso”

Trabajó 15 años, entre el 2000 y el 2015, en esa dirección de la Dirincri, justo en los años que la modalidad de “secuestro al paso”, se puso de moda en el país.

Castro tenía el puesto de auxiliar de negociación (los “negociadores” son generalmente oficiales con capacitación en el extranjero, y los suboficiales sus asistentes); ya era padre de familia y el día o par de días que le tocaban descansar cuando concluían los operativos, se dedicaba a sus hijas, a su madre, a sus hermanos.

“Me privé de cosas como reuniones familiares, por cumplir con mi deber y lograr la desarticulación de peligrosas organizaciones criminales, pero jamás descuidé a mis hijas”, dice el suboficial, que pasó varios cumpleaños haciendo los seguimientos.

Para Castro, la familia es vital. Lo sabe él que perdió a su papá temprano, a los 16 años, por eso en la foto de ceremonia de ingreso a la Policía Nacional del Perú, quien lo acompaña es un tío suyo.

Ser policía era una meta que se había puesto desde el colegio. Tenía “inclinaciones” era brigadier del aula, luego del colegio, después hizo su servicio militar obligatorio y cuando se presentó la oportunidad, se presentó a la Escuela de Suboficiales de la Policía. Logró ingresar “a la primera”. Tenía solo 18 años de edad.

Labor sin horarios

El trabajo de campo es paciente y tiene horario esclavizado. “Teníamos que hacer un trabajo de campo para ubicarlos, lo que demandaba semanas, inclusive cuando las víctimas estaban en cautiverio hasta que las liberen o se pague el rescate. No se puede abandonar el trabajo de campo”, dice.

El nuevo siglo había llegado al Perú con una ola de secuestros de personas con mucha solvencia económica: el superior Casto lo grafica mejor, ni bien liberaban a un secuestrado, al día siguiente había dos o tres secuestros nuevos por resolver.

Las organizaciones criminales que ejecutan los secuestros estaban muy bien organizadas, detectaban a la policía, se movían de una ciudad a otra para que se les pierda el rastro.

Fueron tiempos intensos de viajes, Arequipa, Huancayo, Huánuco, Ica, trabajos en equipos mixtos, con negociadores. Así se trabajó para desarticular a organizaciones criminales.

“No es un trabajo policial común y corriente, tiene que ir un personal para orientar a la familia, para mantener con vida al secuestrado”, explica Castro.  

Tiempos, también, de enfrentamientos con los delincuentes. El 2004, secuestraron a un alto funcionario de la Sunat, en Marbella; hubo tiroteo, uno de los secuestradores cayó herido, confesó el lugar donde estaba el secuestrado y se logró el rescate.

¿No temía dejar huérfanas a sus hijas?

“Uno está preparado, tiene que dejar todos sus temas en orden, porque sabe que cualquier cosa puede pasar. Uno tiene que actuar decidido, no podemos pensar en esos momentos en los hijos, en la mamá. Uno tiene que ser decidido, frío y calculador en esos momentos”.

Por eso, el superior Castro prefería contar sobre los operativos cuando pasaba el tiempo, para que ellas no tuvieran tanto miedo, aunque igual, ellas le decían, ¿papá, ¿qué hubiera pasado si hubieras caído?

En el 2016, Castro se convirtió en uno de los fundadores de la División de Investigación de delitos de Alta Complejidad (Diviac), cuerpo policial que el año pasado cobró mucha importancia mediática y críticas de políticos como parte de sus operaciones para desarticular organizaciones criminales, también intervinieron en la detención de los políticos y exfuncionarios investigados por su presunta participación en actividades delictivas vinculadas al caso Lava Jato.

Los últimos años ha participado en la desarticulación de la organización criminal Los Maras, de los Malditos de Angamos de Ventanilla, de los Rápidos y Furiosos del Puerto del Callao; fue también instructor oficial en el caso Oropeza.

¿Los delincuentes cambian?, pregunto. Hace un par de años, en un registro de celda en Piedras Gordas, un pez gordo del secuestro y la extorsión lo reconoció, empezó a insultarlo, a hacer problemas.

Pero la mayoría son los otros casos: encontrarse en la calle, cinco, diez años después, con asaltantes, extorsionadores, secuestradores. “Nos hemos visto y no han tomado represalia, porque saben que el trabajo fue limpio y no hay ningún compromiso; los delincuentes ranqueados saben si la policía les ha jugado sucio y buscan venganza, buscan represalias. Pero, cuando uno trabaja limpiamente solo te miran: ellos son delincuentes y uno policía.”

Premios y reconocimientos

La semana pasada, el superior Castro cumplió 50 años de edad. El especialista en secuestro, homicidio y extorsión, suma 29 años de servicio y en Diviac lo estiman por su hoja de vida:

Cinco acciones distinguidas que le valieron el ascenso; su participación en la desarticulación de seis organizaciones criminales y 25 bandas delictivas.

“Los reconocimientos son una forma de darte ánimo e incentivarte para poder seguir trabajando”, dice el suboficial quien siempre recomienda a los jóvenes policías actuar de buena fe y cumplir el deber a cabalidad.

Y su vida personal es otro ejemplo: 20 años de casado y padre de dos hijas, la mayor estudia Ingeniería Industrial y no sabe si la menor, aún escolar, seguirá sus pasos en la policía. 

Lo que sí es seguro es que cuando cumpla los 30 años, el superior “Manzanita”, como lo llaman, se irá de la institución por la puerta grande. “Es el sueño de todo policía, irse limpiamente, sin ningún juicio ni problema”, cuenta.

Con su esposa ya cumplieron buena parte de los planes de su proyecto familiar, y ahora, para la siguiente etapa de su vida, ya tiene la idea de un negocito mientras acompaña en el crecimiento de sus hijas.

“Para mí, ser padre es ser tener responsabilidad asumir los retos del día a día, las proyecciones, las miras, el esfuerzo, la paciencia, la tranquilidad y la sapiencia; organizar las cosas para que todo se lleve bien y proyectarse hacia el futuro viendo los ejemplos de las personas de bien, imitando lo bueno”, define.

En medio de la pandemia del covid-19, la labor de la Diviac no se detiene. El superior PNP Luis Castro Sánchez pertenece a la Diviac en el Callao, en plena pandemia han tenido que intervenir por casos de corrupción, de compras irregulares, en empresas, la municipalidad, la aviación policial.

A la par, se debe de seguir investigando modalidades actuales de robo en los minimarket, de estafas, de medicinas bambas, y continuar de la mano con la Fiscalía del Crimen Organizado las investigaciones pendientes. “Y ni bien se levante la medida de emergencia, vamos a continuar con las investigaciones”. Palabra de policía.

(José Vadillo)

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