La Organización Mundial de la Salud (OMS), a través del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias, advirtió que “La situación actual, con aislamiento, miedo, incertidumbre y crisis económica, puede causar trastornos psicológicos”.
Se trata de una perspectiva adversa, con consecuencias para la salud mental que está teniendo el coronavirus en el mundo y las que va a tener en el futuro, con un posible aumento de suicidios y trastornos psicológicos. Por tanto, instó a los gobiernos a no dejar de lado la salud mental.
Dévora Kestel, directora de dicho despacho, considera probable “un aumento a largo plazo del número y la severidad de los problemas de salud mental” por el “sufrimiento inmenso de cientos de millones de personas” y los costos económicos y sociales a largo plazo para la población.
Pese al riesgo, y probablemente debido a la magnitud de la crisis, las necesidades en salud mental «no están recibiendo la atención que requieren», algo que se agudiza por la falta de inversión y prevención en este terreno antes de la llegada de la pandemia.
Los grupos de mayor riesgo
Los grupos en mayor riesgo, señala Kestel, son «los sanitarios y personal de primera respuesta, con la ansiedad y estrés que están viviendo, niños y adolescentes, mujeres con riesgo de violencia doméstica, los mayores, por el riesgo de ser infectados, personas con condiciones mentales preexistentes u otras enfermedades, que tiene más difícil seguir recibiendo tratamiento».
Aunque la del COVID-19 es una crisis de salud física, apunta, «el impacto en la salud mental es significativo y podría generar mayores dificultades si no se le hace frente correctamente».
Se ha detectado un incremento de la prevalencia de la angustia, de por ejemplo un 35% en China, un 60% en Irán o un 40% en Estados Unidos, tres de los países más afectados por la pandemia, que ha provocado ya más de 285.000 muertos e infectado a más de cuatro millones personas en el mundo.
Específicamente en el sector de los trabajadores sanitarios, un estudio canadiense muestra que casi la mitad de ellos, un 47%, declaró necesitar apoyo psicológico, mientras que en China un 50% sufre depresión, un 45% ansiedad, y un 34% insomnio.
«Las cifras están ahí», advierte esta psicóloga argentina, que recuerda que en lugares de conflicto alrededor de 1 de cada 5 personas sufre trastornos mentales, unos datos que podrían alcanzarse en esta crisis si no se ponen medidas para aliviar, acompañar y dar apoyo a los que lo necesitan.
El doctor Fahmy Hanna, funcionario técnico del mismo departamento de la OMS, también advierte del estigma que están sufriendo los sanitarios en algunos países, unos comportamientos que los gobiernos deben enfrentar «con información y comunicación y, también, honrando públicamente el trabajo que estos hacen».
Atender la salud mental de los países
Por ello, la OMS insta a los países a no desatender este tipo de atención, estudiar las necesidades de todos los sectores y garantizar que el apoyo psicológico está disponible como parte de los servicios esenciales.
Kestel recomienda a los gobiernos que actúen con empatía y tengan en cuenta el impacto que las medidas para hacer frente a la crisis están teniendo en la población. Por ejemplo, una de las más generalizadas es el hecho de que los menores se queden en casa y sean los padres quienes lleven el peso de la educación y de la atención permanente, muchas veces compatibilizada con su propio teletrabajo, creando tensiones y retos nuevos para las familias.
(EFE)