Los sepelios nocturnos —esparcidos en las redes sociales— han coincidido con lo que epidemiólogos catalogan como el “ascenso rápido de la curva” de coronavirus, en un país en el que las autoridades no han tomado las medidas de protección adecuadas para contener la epidemia, y en cambio minimizan la pandemia.
Elder Rodríguez Gaitán falleció la tarde de este 11 de mayo en el Hospital Carlos Roberto Huembes, en Managua. Los médicos notificaron el deceso a sus hermanos y les ordenaron enterrarlo de inmediato. A partir de esa llamada, tuvieron tres horas exactas para sepultarlo sin aglomeraciones, ni familiares ni amigos, tal como manda el protocolo de la covid-19 del Ministerio de Salud de Nicaragua (Minsa). Lo raro era que el dictamen de defunción indicó que el hombre murió a causa de diabetes.
El entierro fue rápido. Sin flores ni mariachis, como se acostumbra en Nicaragua. El ataúd llegó pasada las siete de la noche al panteón Sierras de Paz, un horario nocturno nada usual para un entierro. El féretro fue recibido por sepultureros ataviados también en trajes de protección, quienes en menos de media hora cumplieron su misión. Fue un “entierro exprés”.
Lo que vivió la familia Rodríguez no es un caso aislado en Nicaragua. Desde hace más de una semana, decenas de entierros de este tipo han sido realizados bajo el protocolo de coronavirus, de acuerdo con denuncias de familias en redes sociales y medios de comunicación. Todos los muertos son despachados de los hospitales por las noches o las madrugadas, casi clandestinamente. Según las constancias de defunción presentadas por los familiares, las muertes no son atribuidas a la covid-19, pero sí en su mayoría a afecciones respiratorias como “neumonías atípicas” o “graves”.
Expertos han alertado desde hace semanas de un brote de neumonías en Nicaragua, y concluido que bajo esas enfermedades el Gobierno de Daniel Ortega “enmascara la covid-19”, ya que el Ministerio de Salud no realiza muestras masivas que determinen lo contrario. Han sido decenas de “entierros exprés” en ciudades como Managua, Chinandega, Masaya y Boaco. Las imágenes han alterado a los nicaragüenses, mientras el Gobierno sandinista guarda silencio. La primera dama y esposa de Ortega, Rosario Murillo, llamó a los especialistas críticos con la gestión gubernamental como “cerebros deformes”, que “buscan afanosamente calumniar y difamar”.
El clamor de los familiares: “Tienen que decirnos la verdad”
Elder Rodríguez Gaitán era trabajador del Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino, así que su hermano Vladimir no duda que allí contrajo la enfermedad. El aeropuerto, localizado en Managua, ha sido uno de los lugares de mayor contagio en este país centroamericano, al punto que otros dos trabajadores del aeródromo fallecieron por covid-19 a finales de abril.
“Los médicos dijeron que supuestamente nunca le controlaron el azúcar, que murió por diabetes… pero era covid-19. Tienen que decirnos la verdad, porque mi hermano fallecido contagió a otro de nuestros hermanos, quien ahora tiene síntomas claros del virus y lo rechazaron en otro hospital. Además, tenemos a una tía internada en el hospital Alemán Nicaragüense, también con síntomas”, dijo Vladimir Rodríguez.
Mientras las denuncias y videos de los “entierros exprés” siguen en auge, los familiares de Elder Rodríguez Gaitán exigen “verdad”. Este lunes, en menos de dos horas, tres féretros salieron del hospital Alemán Nicaragüense, un centro destinado por el Gobierno para atender la covid-19. Los ataúdes fueron enterrados de forma expedita y los familiares prefirieron no dar declaraciones.
“Mi hermano falleció de Covid-19. Los síntomas eran clarísimos. Nada que ver con diabetes”, insistió Vladimir Rodríguez. “¿Sabes por qué es terrible? Porque mi familia siempre ha opinado a favor de Daniel Ortega. Siempre hemos creído en sus palabras, y ahora estamos decepcionados. Él dice que en Nicaragua no hay nada, que salgamos a trabajar y que las noticias de las redes sociales son falsas, pero mi familia lo está viviendo en carne propia. Cada día hay más muertos y gente contagiada”.
(EL PAÍS)