Hoy que entre sus pares se han fraccionado, por errores impropios de la condición profesional, les rendimos tributo. Merecidamente, pues no podemos ser indiferentes ante tamaño sacrificio. Porque, nadie como ellos para estar al frente ante ese monstruo grande que pisa fuerte, salvando nuestras vidas, a costa de la de ellos mismos. Enfrentándose al coronavirus sin los necesarios insumos de protección de bioseguridad.
Si, nos referimos a ese personal sanitario contagiado por el Covid-19. Profesionales de la salud que incluso deben proveerse su propia ropa de trabajo, guantes, tapabocas y otros requerimientos que adolece el sistema de salud nacional, con la suma de corrupción, burocracia, gente inepta en el ejercicio y lo más triste en muchos casos, la marginación que conlleva la ignorancia.
Médicos, enfermeras y auxiliares que han dejado a sus familias, yendo por convicción a esa trinchera de lucha, basados en un juramento hipocrático muy teórico ante la muerte, ante el monstruoso virus; identificándose ellos más por ese espíritu humanista que no valoran sus defendidos. Son nuestros héroes de la salud que nos defienden entre el dolor y consternación que arrasa al país.
Denostados, indiferenciados, con una inestabilidad laboral que los maltrata, hacia ellos vamos con nuestro reconocimiento por su dedicación, valentía, entrega, conocimiento, sapiencia, experiencia y profesionalismo otorgado en esa línea de defensa, mientras otros roban, lucran en plena pandemia.
Vayan con Dios hermanos, que el miedo de hoy se diluya ante esa curva que será aplanada gracias a ustedes, héroes, superhéroes a quienes respetamos y valoramos por ese accionar de primera ante esta catástrofe a superar. Dios los bendiga, se llevan nuestros corazones.
