Llegó el momento, llegó la hora de salir, salir para no morir. Morir por virus o fenecer de hambre. No hay alternativa. Pero, ¿y los de riesgo? ¿los diabéticos?, ¿los hipertensos? ¿los asmáticos? ¿los obesos?; ¿los claustrofóbicos? ¿los cardiacos? ¿los de la tercera edad? ¿los seropositivos? ¿los drogadictos? ¿los que tienen las defensas bajas etc.?
¿Ellos deberán quedarse confinados a vivir en soledad hasta que salga la vacuna? Vacuna que saldría con chip dicen, para estar vigilados, controlados siguen diciendo.
Es la situación que nos impone el sistema, aquel régimen imperfecto donde subyace esa maldita corrupción, con un Poder Judicial que refleja esa danza con lobos permitiendo la salida de ‘enfermitos’ pobrecitos. Una realidad sembrada de desigualdad, social desigualdad.
Así, mientras la people sale en pie de lucha para seguir sobreviviendo, hay de aquellos que seguirán en sus condominios, comentando sobre la reactivación económica y las próximas elecciones presidenciales.
Lo cierto es que, con cuarentena o cincuentena, con ‘martillos’ y ‘curvas’ fracasadas ese aislamiento inteligente -sociológicamente hablando- no es tal. Al contrario, es una propuesta de estúpidos asesores en el poder, que se escandalizan al ver a los cholos feos -de frente en alto y bolsillos rotos- juntarse en muchedumbre.
Ineptos tales que, se ofenden de apreciar a la ‘indiada’ aquella, que abruma cuando su hambre acecha; que se horrorizan de ver a ‘la manada’ salir ante ‘el palo que baila solo’ entre el tumulto y esa televisión basura que expone a nuestros muertos tirados, abandonados; que muestra a médicos y enfermeras implorando ayuda, que presenta a bomberos ahogados.
De tal forma que -entre la agonía, el trauma y la incertidumbre de la corona muerte- saldremos y veremos qué pasa de ahora en adelante, pues dependerá exclusivamente de nuestro comportamiento el seguir con vida, tal y como ya lo dijo la comandante Mazzetti: ahora si vamos a saber de qué estamos hechos los peruanos.