El Covid-19: Dolor y resistencia ante la muerte

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Por: Luis Pardo Altamirano

Las lágrimas que no se lloran, ¿esperan en pequeños lagos? ¿O serán ríos invisibles que corren hacia la tristeza?

(Pablo Neruda)

Sí, no hay palabras de consuelo ante el dolor tan grande de perder a un ser querido, no hay verbo efectivo que de inmediato atenúe ese sufrimiento intenso de ver a nuestros amados seres partir. Esta es una de las situaciones límite que nos va dejando el mortal virus Covide-19, el mismo que nos arrebata a hijos, padres, madres, hermanos, amigos, dejándonos el alma destruida.

Con un protocolo que pedacea nuestra resignación, sin poder verlos, velarlos y acompañar hasta la última morada, reduciéndose todo a cenizas. Es el coronavirus que hace de los decesos eventos dolorosamente solitarios, inmediatos, sin los estrechos abrazos de antes. Distancia señores impone la maldita enfermedad.

Familiares y amigos quedamos literalmente ‘muertos en vida’, como papeles arrugados dispuestos al tacho, como plumas llevadas al viento; sin fortaleza, cual naves sin horizonte, en un mar de dolor inmensurable después de esa agonía que se inicia al llegar a un hospital.

Sufrimiento que nos desgarra, al ver muy de cerca la desgracia de esa esposa que llora; impotentes de hacer algo por ese hermano sumido en onda tristeza; oh amor, oh dolor madrecita linda que ya intuías en silencio tan pavoroso escenario. Luctuosos sucesos que orientando la mirada al cielo nos hace preguntar ¿Qué es esto Señor? ¿Qué tanto es el daño hecho para merecer esto? Consultas que no tendrán respuesta hasta la llegada de una ansiada vacuna quizás.

Mientras tanto, entre el silencio y la congoja, combinemos esos recuerdos, anécdotas y reflexión, sobre ese trance de paso fino que seguro realizan nuestros amados seres, en ruta al edén que los cobijará con sus perfumes, canciones y vinos, con sus juegos y sueños que compartían aquí en tierra. Solo así liberaremos sus almas y las nuestras, reverdeciendo esas plantas de otra dimensión ahora.

Porque dicen, que con el tiempo y amor brindado, ellos transformarán la pena en flores de ternura y resistencia, amparándonos siempre de manera celestial, divina.


LPA

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